Historias

Las culturas taína y africana habitan en la personalidad atrayente que envuelve a la mamajuana. Según algunos historiadores, esta bebida espirituosa nació de un té medicinal elaborado por nuestros aborígenes para aliviar infecciones y dolores. Otros investigadores afirman que, en realidad, la mamajuana cobró vida a principios del siglo XVI, de manos de los esclavos africanos que trajeron a La Española sus prácticas de curandería. Lo que sí podemos afirmar es que esta “poción milagrosa” ha evolucionado junto con la historia de la propia isla y forma parte fundamental de la idiosincrasia dominicana. El té taíno a base de raíces, hojas y cortezas, que luego de la colonización fue fortificado con miel, melaza, especias, vinos, licores y ron, está rodeado por el misticismo, el folklore y el sincretismo cultural dominicanos. Ante una mezcla tan potente y particular, la creencia en los efectos medicinales de la mamajuana se intensificó y perdura en el imaginario popular de nuestro pueblo. En algún punto de su extensa historia la mamajuana dominicana se hizo conocida como “el para palo”, una expresión coloquial que hace referencia a su facultad afrodisíaca en el género masculino. Muchos han atribuido este efecto al uso de mariscos y otras “carnes marinas” en la receta de esta bebida. En el pasado se empleaba en su preparación tortuga carey, una especie que se encuentra en peligro de extinción y que ya no es empleada para estos fines. Algunos aún la preparan con mariscos como almeja, lambí, pulpo, cartílago de tiburón y ostiones, entre otros, a lo que les atribuyen sus efectos como elixir que potencia el deseo sexual y corrige la disfunción eréctil. La buena noticia es que esta bebida nacional, con las derivaciones que han refinado su receta, ha alcanzado reconocimiento internacional como símbolo emblemático de la calidad de los productos fabricados en nuestro país. La mamajuana se ha constituido en un motivo de inspiración y símbolo de nuestra cultura, haciéndola brillar más allá de nuestras fronteras. Y en lo que se refiere al folklore, cuando se popularizó como licor en la primera mitad del siglo XX, la mamajuana se convirtió en la bebida más popular en los círculos de merengueros y músicos criollos.  De hecho, su consumo ha nombrado a populares agrupaciones y ha inspirado clásicos del merengue típico dominicano que son emblema de la discografía nacional. Pero de mamajuana y merengue hablaremos más adelante, por ser un tema extenso -y muy sabroso- que merece su propia entrega.

República Dominicana es un paraíso de historias cautivadoras. Una cantera de sabores autóctonos, frutos de la mezcla cultural taína, española y africana.

Uno de estos tesoros y símbolos oriundos de esta tierra es la mamajuana, considerada uno de los primeros licores destilados creados en el Continente Americano, cuyos orígenes datan, según registran documentos antiguos, de antes de los tiempos coloniales.

La base de esta bebida centenaria era un brebaje preparado por los nativos taínos antes de la llegada de los españoles, en el que empleaban diferentes hojas, hierbas y cortezas. Se registra que los aborígenes consumían esta bebida para fines medicinales y curativos.

La llegada a La Española de las culturas española y africana enriqueció este brebaje, al que se sumaron variedades de ingredientes, entre los que se destacaban ron, vino tinto y miel, que se dejaban en remojo macerándose en botellas denominadas “damajuana”.

Es precisamente del nombre de estas botellas -y no del producto en sí- de donde surge la identidad de este popular destilado. De hecho, el término “Mama Juana” proviene de la palabra inglesa “Demijohn”, que se refiere a una botella grande y esférica, tipo garrafa, de cuello corto y estrecho, por lo general cubierta de mimbre.

Se cree que esta palabra se deriva del concepto francés “Dame Jeanne”, un término que todavía se utiliza para describir este tipo de botella y que tiene detrás una interesante historia que transcurrió en el siglo XVI. Cuenta la leyenda que, en uno de sus viajes, la reina Juana I de Nápoles tuvo que resguardarse de una torrencial tormenta en el taller de un maestro vidriero. Allí, la monarca se interesó por la fabricación y el soplado de botellas, y ella misma creó una de 10 litros de capacidad, que resultó más grande de lo usual. A su vez hay versiones que indican que fue su anfitrión en el taller quien creó ese nuevo modelo en honor a la reina, al que llamó “Dame Jeanne”.

En los países de habla hispana este se transformó en “Dama Juana”, y con el correr de los años pasó a ser “Mama Juana o mamajuana” en la República Dominicana.

 

Picante y peculiar

En términos de preparación, la receta de la mamajuana fue cambiando su versión original, aunque hasta nuestros días su base sigue siendo el ron dominicano.

En la década del 50, Jesús Rodríguez, oriundo de San Juan de la Maguana, popularizó esta bebida como una mezcla medicinal y afrodisíaca, capaz de tratar con éxito afecciones respiratorias, digestivas y circulatorias, así como de limpiar la sangre, el hígado y los riñones. Para su producción, Rodríguez empleaba ron, hierbas y cortezas que obtenía en Barahona, Azua y Pedernales.

Inspirados en él, muchas otras personas comenzaron a elaborar sus propias recetas de mamajuana para uso medicinal, lo que provocó que en la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo se volviera obligatorio tener una licencia médica para la venta y distribución de esta bebida.

A través del tiempo, la mamajuana dominicana fue evolucionando y refinándose, de acuerdo con las exigencias de los gustos más exquisitos, y se ha convertido en un símbolo mundial de